Palabras para una apertura
Los periódicos colombianos ignoran esta mañana la apertura del XVIIII Festival Internacional de Poesía de Medellín, el más multitudinario del orbe, que cambió el triste título de la ciudad, de capital mundial del narcotráfico, hasta devenir en una capital para la poesía mundial, ciudad para la resistencia del espíritu humano y la esperanza, por lo cual se le otorgó el Premio Nobel Alternativo en el Parlamento Sueco, hace dos años.
Olvidan a los cuatro millones de desplazados, 26 millones de pobres, once millones de indigentes, la mitad de los niños indígenas desnutridos, millones de niños explotados y sin educación, millones de trabajadores que no ganan el salario mínimo legal, que no tienen prestaciones sociales, que no podrán pensionarse, que no tienen derecho a la salud, cientos de miles de enfermos mentales, de alienados, engañados, hipnotizados, aplastados por la repetición de una mentira, que parece verdad según el método propagandístico de Goebbels.
Pero la poesía será la fuerza del pueblo para resistir, para visualizar el porvenir suyo por entero, la energía para avanzar, su sentido de vivir, la voz para comunicar su sueño inmortal, su irreductible memoria de la unidad originaria, que volverá, cuando las contradicciones sociales antagónicas hayan desaparecido y la lucha de clases haya terminado en una sociedad justa, serena y verdadera, sin víctimas ni verdugos.
En su campaña a la presidencia de la nación Álvaro Uribe prometió que bajo su gobierno no habría poesía. El Congreso de la República aprobó hace menos de un mes un proyecto de ley que declara patrimonio cultural de la Nación al El Festival Internacional de Poesía de Medellín. El presidente Uribe se ha negado a firmar hace unos días esta ley, aduciendo su falta de claridad acerca de la posible fuente de apoyo financiero gubernamental al Festival.
Es decir, el inspirado presidente de la “epopeya épica”, tiene claras las fuentes financieras para la guerra y su vocación de guerra. Y no tiene para nada claras sus cuentas para nutrir las fuentes de la vida y de la poesía. Tiene claro que la muerte, la matanza, el exterminio, el aplastamiento, la delación, la eliminación física de la oposición democrática, deben ser financiados. Y que la vida del pueblo, la cultura democrática, la justicia social, la verdad, la poesía y la belleza, no serán financiadas.
Para intentar humillar vanamente un proyecto como el Festival Internacional de Poesía de Medellín, el Ministerio de Cultura ha aumentado en dos millones de pesos su presupuesto para 2008, en tanto que mantiene reducido su aporte a la mitad de lo que fue hace 10 años. Cinco mil millones de pesos por cada delación, y nada para resolver la indigencia del espíritu que promueve con celo y que es el fundamento de la guerra. Es el gobierno de los políticos que se vuelven matones y de los matones que se vuelven políticos, de la inversión de valores con bendición pulquérrima.
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