domingo, 20 de septiembre de 2020

Novo site para Ricardo Carvalho Calero: Construtor do galego

Novo site para Ricardo Carvalho Calero: Construtor do galego | Ollaparo





Novo site para Ricardo Carvalho Calero: Construtor do galego

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A Associação Galega da Língua (AGAL) acaba de publicar um site completo sobre Ricardo Carvalho Calero(https://carvalho2020.gal/), autor homenageado em 2020 por ocasião do Dia das Letras Galegas. A página, que contou com o apoio da Secretaria-Geral de Política Linguística, inclui conteúdo sobre a vida e obra de Carvalho Calero, ensinando recursos sobre sua figura, audiovisuais ou uma lista de eventos em torno do Dia das Letras Galegas. deste ano. O site está disponível tanto na ortografia do galego internacional defendida pela Associaçom quanto no padrão oficial do galego.

sábado, 19 de septiembre de 2020

un, outro, único sempre, poema de Carvalho Calero

 De Carvalho Calero.

Cando estou bêbada do teu vinho, todo é formoso. 
A beleza nom tem limites, 
nom tem limites o amor. 
Todo tu, toda eu, 
todo o que fagas, 
todo o que faga, 
todo és divino, toda som divina, 
todo é divino. É um mistério sacro 
a nossa paixom. Umha liturgia 
de iniciaçom mil vezes repetida, 
em que efemeramente 
conquistamos a eternidade. 
Um sonho no cadulho do além, 
um retorno ao pedido paraíso. 
Chegamos, nocturnos, à soleira do Edem, 
nus como Deus nos fijo, de maos dadas. 
O Anjo embainha a espada. Entramos. 
Nom hai nada proibido. À sombra da árvore deitamo-nos da ciência, 
mordendo os frutos de ouro. 
Nom hai serpente. Nom hai maldiçom. 
Nom hai pecado. Nom hai mal. Hai só 
a noite como um leito, as estrelas 
como lâmpadas, o amor como um vinho 
que me transporta, e ao derramar-se, tinge 
de beleza o meu corpo, o teu, os beijos, 
a orgia, a comunhom 
de ti, de mim, de Deus. Todo é formoso, 
o que me ocorre, o que imagino, o que 
vivo, o que sonho, cando 
estou bêbada do teu vinho. 
Todo é formoso entom.  

jueves, 17 de septiembre de 2020

“Ya no sé qué decir. Me voy alegre”. Tomás Salvador

“Ya no sé qué decir. Me voy alegre”. Tomás Salvador – TAM-TAM PRESS


“Ya no sé qué decir. Me voy alegre”. Tomás Salvador


ESTÉTICA DE LA PALABRA
La poesía visual de Tomás Salvador González reabre la sala de exposiciones de la Biblioteca Pública de Zamora, que rinde así homenaje al fallecido autor zamorano que durante muchos años vivió en Arenas de San Pedro (Ávila).
Por CLARA PONTE
“Ya no sé qué decir. Me voy alegre”. Pese a las lecturas, las cajas en las vitrinas y los poemas visuales sembrados en la paredes de la Biblioteca Pública de Zamora, esa pequeña gran sentencia, desde un discreto púlpito, besa tierna en los labios y sientes no haber conocido a Tomás Salvador (Zamora, 1952 – Móstoles, 2019). Después hablan sus amigos y lectores, comparten sus poemas, cuentan cómo lo conocieron y admiraron, y comprendes aún mejor su presencia sencilla y universal.
El pasado viernes Tomás Salvador regresó a Zamora, a una sala de exposiciones que, como tantas, ha estado cerrada durante meses. Quizá también por eso hubo muchas emociones. De vuelta a su Gregorín, figura casi mítica de la infancia; a las medidas en hogazas, fanegas y brazadas o al tiempo marcado por el cartero de San Cebrián. “Siempre deseó estar aquí” recordaba su hermana.
Y pese a que todos lo conocían bien, unos personalmente y otros a través de su obra, la muestra inaugurada abre una ventana a un territorio inexplorado. “Sus amigos habíamos visto algunos trabajos, las postales; también se vislumbra en Favorable país poemas. Pero no sabíamos de esta labor tan inmensa” comentaba Luis Marigómez, guía de este viaje sensorial y responsable de De aleda a aldea, reciente publicación que recoge parte de esta obra.
La palabra, el lenguaje mismo, alimentan el genio creador del artista. Salvador sobrepasa sus formatos comunes (escritura, lectura, lingüística) y construye un hábitat propio que requiere de los cinco sentidos para acercarse a una personal cosmovisión. Dice otro Tomás, Sánchez Santiago este, que “su relación con el lenguaje sobrepasaba el mero detenimiento en los recursos retóricos o la obediencia a cánones previsibles”.
Una de las obras de Tomás Salvador. Fotografía: Clara Ponte.
Durante años Tomás Salvador fue recolectando minuciosamente titulares de prensa. Fuera de los focos, ya sin maquillaje, los vocablos desnudos se enredaron orgánicos en nuevas composiciones en sus manos. En un primer momento, solo negro sobre blanco, palabras “muy por encima del autor”. Con el tiempo, la imágenes ganan espacio; el juego se aviva y nacen Espantapájaros y un sonajero, una plaquette de 2008 en la que se abren nuevas sendas para el autor.
La técnica, el collage que los dadaístas convirtieron en arte, no es desde luego nueva. Pero como destacaba MarigómezSalvador consigue hacerla propia, sentirse cómodo en un nuevo vehículo para su poesía. Lo llaman poesía visual, aunque quizás la definición sea parca en estímulos: hay texturas, paisaje, retrato, pensamiento, música.
De la voz solitaria del titular a la imagen; y de la imagen a elementos exteriores, como la cinta métrica, el autor continúa explorando: composición, color, espacio… la palabra sobrepasa su significado y baila con su significante. A cada paso, a cada obra, parece crecer la libertad de movimiento, fuera ya de las dimensiones de una página del periódico. Aunque siempre sin perder de vista la palabra, el núcleo en torno al que giran el resto de elementos. “Poesía para ser mirada sin dejar de ser leída”. Solo momentáneamente se aleja para crear personajes sin rostro que, de alguna manera, apuntan también al vocablo ausente y la comunicación.
También en la creación de las cajas tuvo Salvador una referencia clara, según explicó Marigómez. El trabajo del norteamericano Joseph Cornell, sus ensamblajes, sirvieron de inspiración para esas otras cajas de Tomás Salvador. Pequeños cofres del tesoro se abren a la palabra que se contrapone o acompaña a la imagen. Este formato da más intimidad, arrastra al interior regalando un placer casi secreto.
Envolviendo la sala, el rumor de una voz lejana. Los que le quieren le recuerdan leyendo, tal y como se ve en el audiovisual que forma parte de la muestra.
En noviembre, Tomás Salvador continuará viaje hasta León, a las salas de El Albéitar. Y de nuevo se le oirá: “Ya no sé qué decir. Me voy alegre”.