miércoles, 9 de octubre de 2019

Los cien mejores poemas de Karmelo C. Iribarren

Los cien mejores poemas de Karmelo C. Iribarren – El Cuaderno



Selección de poemas

de Carlos Alcorta (Torrelavega [Cantabria], 1959) es poeta y crítico. 



ESTAS COSAS SIEMPRE SUCEDEN DE REPENTE
No pasa nada. Ella está

en un expreso con dirección

a Barcelona, y yo aquí,

en mi mesa de trabajo, escribiendo

estos versos. Hace apenas dos horas

que se ha ido. Mañana

charlaremos por teléfono.

Sobre la tele, su espléndida sonrisa.

No pasa nada, como digo.

Y, de repente, no sé qué hacer

con tanta soledad.
SUPERVIVENCIA
Uno siempre espera

que suceda algo,

que algo bueno suceda,

algo que le dé un giro brusco,

un empujón, un bandazo

de suerte a su vida

de repente, porque sí,

en el momento más inesperado.
Pero no pasa nada, claro,

nunca pasa nada.

Porque uno no es más que un pobre

diablo (qué te creías, pues),

un número, una fecha,

un papel olvidado en un sótano

tétrico, traspapelado

entre millones de papeles.
Y al final, uno, qué remedio,

acaba aceptando que es así,

asume su fracaso,

se mira en el espejo y se da risa

(o llora, pero muy bajo),

se dice que la vida…, en fin,

que no hay nada que hacer,

y ni siquiera se queja, para qué.
Uno ya sólo quiere llegar

al día siguiente, sin

sobresaltos, poder ver a su

equipo por la tele el sábado, fumar

menos, dormir bien, echar

de vez en cuando un

trago, cumplir años,

seguir vivo…, sin más.
DOS EXTRAÑOS
Cruzar cuatro palabras en un bar

y percibir al instante

que nada queda

de aquella vieja historia.

Que somos dos extraños, nada más.

Dos extraños

a los que la vida puso

en una esquina

el tiempo justo para engañarse un poco,

gozar también a veces

e incluso prometerse irrealidades.

Dos extraños que esta noche se miran

con indiferencia,

o apenas si se miran.

Que tienen prisa,

ganas de despedirse,

de volver a su mundo.

Y que ya ni se molestan en fingir.
LA FRONTERA
Para mi madre, Juani
Era un lugar siniestro,

peligroso, un lugar

donde podía pasarte

cualquier cosa. Los trenes

iban lentos: al otro lado

estaba Francia, nada menos,

y más lejos aún, pero mucho más

lejos, Pekín. Una vez fui

con mi madre hasta Bayona.

Estaba todo limpio y quieto,

como muerto, como si no pasase

nada. Luego lo supe: ser libre

no es igual que ser feliz.
VISTA CANSADA
Tengo

vista cansada.

Las letras

se me emborronan

sobre la página.

Curiosamente ahora

que empiezo a ver

con tanta

claridad

tantas cosas…

Pero no hay gafas

para esto.
LAS CIUDADES
Me gustan las ciudades, sus plazas,

sus calles, sus esquinas,

sentarme en la terraza de un bar

con un café delante

y dejar que pase el tiempo,

sin hacer nada, sin prisa,

observando esto y aquello,

y luego ir a alguna librería y revolver

un poco en los estantes,

y si hay río cruzar el puente

y repetir la misma operación al otro lado.

Me gusta estar solo entre la gente,

no ser nadie, no tener que ir a ningún sitio

pero poder ir a todos.

Me gusta la primera vez que me asomo

al espejo del baño del hotel,

ese momento de suspense,

recién llegado, cuando

no sabes si va a aparecer tu rostro

o el del último huésped, atrapado aún

en la memoria del azogue.

Me gustan los parques y los ríos

urbanos, pasear por ellos, a su lado,

especialmente en otoño.

Me gustan las ciudades, sí: andar,

mirar, vivir, enamorarme

de esa mujer del vestido rojo…
DOMINGO, TARDE
Qué hago

mirando la lluvia

si no llueve.
UNA MAÑANA DE MIÉRCOLES
Hace una mañana gris,

opaca, triste. Estoy

en un bar, con un café, sentado

junto al cristal que da a la calle.

La música –suave, lejana, indiscernible–

acompaña sin pedirte nada

a cambio, ni siquiera que la escuches.

Cae una llovizna suave

–y un poco torcida– que hace

que algunos de los viandantes

no se la tomen muy en serio

y se resistan a abrir el paraguas.

Aquí dentro solo estamos el camarero y yo,

y ahora mismo esto es lo más cercano

a un pequeño paraíso en la tierra.

Me siento casi como en el compartimento

de un tren. Si lo fuera

yo tendría un billete

hasta la última estación.

Los cien mejores poemas de Karmelo C. IribarrenEdición y prólogo de José Luis Morante

Siltolá Poesía, 2018

200 páginas

15€

sábado, 5 de octubre de 2019

Un poema de RAMIRO VIDAL ALVARINHO

Deixa atrás no teu reptil acróbata
as igrejas
os centros de ensino
as esquadras da policía

esquiva a olhada ameaçante do fascista vertical
com a súa alma cóncava
burla os uniformes
e os sinais


ninguém como tu conhece os rios desta selva
deixa atrás a opressom
e conquista o tempo



(Poema do livro  Origem e Ruptura

de  RAMIRO VIDAL ALVARINHO)



(A partir dunha foto de Juampa)


viernes, 4 de octubre de 2019

Banderas, de Geovannys Manso




BANDERAS


              A Marta Virginia


Una bandera para el hijo que se aleja
bordada como si fuese un manbí
en la máquina Singer, destartalada ya.
Mi madre buscando la punta exacta de la estrella:
dos listas blancas <parejitas>
el azul de una vieja camisa del abuelo
el triángulo rojo fue alguna vez el short de la primaria.
Una bandera puede ser, también, una historia familiar
excesivas nostalgias
para que acompañen al hijo, alejándose ya
no a la guerra, solo a un viaje de paz.
Basta la incierta lejanía
para que mi madre de puntadas y sonría
antes de llorar sobre la máquina Singer 
de la cual cierta vez un vil señor

quiso despojarla.

(Del fermoso livro de poemas de Geovannys Manso, LOS LEVES SOBRESALTOS)

de Karlotti para un poema que me habla de los días hilvanados


jueves, 3 de octubre de 2019

Nuno Júdice (Portugal, 1949)

Nuno Júdice (Portugal, 1949) - Festival Internacional de Poesía de Medellín



Receta para hacer el azul



Si quieres hacer azul,

agarra un trozo de cielo y mételo en una olla grande,

que puedas llevar al fuego del horizonte;

después mezcla el azul con sobras de rojo

de la madrugada, hasta que se deshaga;

vacía todo en un bacín bien limpio,

para que no quede nada de las impurezas de la tarde.

Finalmente, criba los restos de oro de la arena

del mediodía, hasta que el color se adhiera al fondo de metal.

Si quieres, para que los colores no se desprendan

con el tiempo, deposita en el líquido un corazón de melocotón quemado.

Lo verás deshacerse, sin dejar señal de que alguna vez

allí lo pusiste; y ni el negro de la ceniza dejará restos de ocre

en la superficie dorada. Puedes, entonces, levantar el color

hasta la altura de los ojos, y compararlo con el azul auténtico.

Ambos colores te parecerán semejantes, sin que

puedas distinguir entre uno y otro.

Así lo hice – yo, Abraham ben Judá Ibn Haim,

iluminador de Loulé – y dejé la receta a quien quisiera,

algún día, imitar el cielo.





Antropología



como la piedra, no nació de un volcán,

no formó una isla,

no hirvió el mar en impulsos ansiosos

de cielo.

El hombre, como la planta,

se dobla al paso del ciclón,

se estremece con las mutaciones del

tiempo –como ahora,

cuando traen ya las nubes

un escalofrío de otoño.

Este hombre tiene el fondo ceniciento

de esas nubes, su mirada de amenaza

la insistencia en permanecer —así

sepa que el primer soplo

lo arrebatará del horizonte.



                                               Traducción de Elkin Obregón





Principios



Podríamos saber un poco más

de la muerte. Pero no sería eso lo que nos haría

desear morir más

aprisa.

Podríamos saber un poco más

de la vida. Tal vez no necesitaríamos vivir

tanto, cuando sólo se precisa saber

que debemos vivir.



Podríamos saber un poco más

del amor. Pero no sería eso lo que nos haría dejar

de amar al saber claramente lo que es el amor, o

amar más todavía al descubrir que, aun así, nada

sabemos del amor.





Traducción de Elkin Obregón

martes, 1 de octubre de 2019

Los chicos rebeldes, de Uberto Stabile





Los chicos rebeldes

los chicos rebeldes se han vuelto tiernos con la edad
se emocionan leyendo poemas,
circulan lento frente a los escaparates del pasado
han abandonado el gusto por las citas
y envejecen con cierta elegancia,
a sus novias ya no les dicen tía
les llaman corazón,
han aprendido a lavar la ropa, a planchar y a doblar
con cuidadoso acierto
cada uno de sus errores,
a los chicos rebeldes el amor ya no les quita el sueño
pero no podrían vivir ni un solo día sin amar,
hacen trampas con el tiempo pero tienen los días contados.


los chicos rebeldes saben que ya no volverán a caminar
sobre ninguno de sus propios pasos
por eso ahora cada caricia es siempre la primera
cada beso el último beso.
ya no persiguen ni se dejan perseguir
son incómodos frente a la ambición
aman las causas perdidas
y nadan contracorriente.
los chicos rebeldes con la edad toman pastillas que no les drogan
drogas que no les matan
y mueren un poquito cada día
sin perder ni ocultar
el brillo errático de sus miradas.
los chicos rebeldes han aprendido a despedirse sin decir adiós
se van sin hacer ruido ni dejar rastro
solos, siempre solos
con el mundo dentro.