lunes, 26 de noviembre de 2012

OUTONO E POESÍA (Estética Conflict - Asociación Cultural)

Estética Conflict - Asociación Cultural

POESÍA entre ACTIVO / / Acto de clausura "El otoño es poesía!" | 30 de noviembre

La Parroquia Lumiar organiza y promueve la iniciativa "El otoño es la poesía". Desde 26 hasta 30 nov Poesía quiere vivir y se recomienda para todas las generaciones.Habrá conferencias, performances, visitas temáticas, juglares, la poesía contemporánea, ferias de libros y mucho más. La entrada es gratuita. El dúo poético Evora Sara Ferreira & Jerome JC fue invitado a estar presente y participar en un encuentro con el público seguido de rendimiento poesía interactiva en la que nos revela los "otros destinos" que dan la palabra pone en movimiento. Montar ellos hasta el fin de las fiestas, prevista para las 22h00 del 30 de noviembre en la Academia Lumiar(ubicado AQUÍ) . No hay que perderse en RE-FACE solo verbo y acción en vivo, conjugado en el presente! Le invitamos a asistir.

lunes, 19 de noviembre de 2012

JALISIA FANECAS de Diego Vites. Inauguración venres 23 de novembro

JALISIA FANECAS de Diego Vites. Inauguración venres 23 de novembro a partir das 17:30 hs. | FAC Peregrina


JALISIA FANECAS de Diego Vites. Inauguración venres 23 de novembro a partir das 17:30 hs.

JALISIA FANECAS
23 de novembro – 7 de decembro de 2012.
Inauguración venres 23 de novembro a partir das 17:30 hs.
[Sesión DJ Manu Tf ás 20:00 hs.]
Diego Vites (Galicia, 1986) presenta no FAC Peregrina a súa primeira montaxe expositiva individual na Península: Jalisia Fanecas; unha enunciación que se relaciona directamente coa idea de excedente que pon en acción o espazo proxecto artístico do Furancho de Arte Contemporánea, no seu ben entendido sentido de “abundancia desvalorizada” que é o que representan as fanecas coma botín de pesca.
Jalisia Fanecas é unha exposición de pintura construida dende a apertura que Diego Vites fai das cuestións da súa visibilidade, os seus límites e as súas condicións de produción materiais, as da pintura. Unha montaxe que pretende romper coa normal disposición lineal a favor dun percorrido que impón á mirada sobre a pintura esa mesma oscilación coa que o artista se move entre as múltiples linguaxes formais.
+ info: Diego Vites

sábado, 17 de noviembre de 2012

Nueve poemas de Bernard Noël

El fuego y la fábula: Nueve poemas de Bernard Noël


EL RESTO DEL VIAJE

AUBRAC

nieve y niebla la niñez perdió el rumbo
un trozo mojado de cielo tapa la ventana
el tiempo es un hueco que va siempre delante
trampa abierta demasiado pronto para el último minuto
más abajo el invierno se acuesta en la luz
no queda en el aire sino un poco de vaho blanco
recuerdos caen de quién sabe qué árbol
cuya memoria rompe todas las ramas

TGV

la noche viene lenta y gris un virus en el aire
la mirada busca sentir su invasión
un humo tres casas un trazo de nieve
cómo ver la penetración de la imagen
su resaca cuando la expulsan las palabras
mas nada y nada y nada un anillo de luz
algunas formas entrevistas en la velocidad
lengua barrida por el vendaval del tiempo
lo negro ya empapó todo el espacio
cada cosa así reducida a su humo
se dilata la soledad en el vidrio

PERILLOS

flores de niebla en el río de aire
cubren poco a poco toda la vista
el espacio está preñado por la niebla del tiempo

TULUM

al dejar de existir los dioses hacen en el aire
un vacío donde viene a depositarse la luz
todos sus monumentos se concentran en el borde
debajo la tierra fija sus viejas olas
se ve en un frontón al dios descendiendo
debía arrastrar la lluvia en su caída
es el cielo que cae hoy en la piedra
para muy suavemente liberarnos el corazón
entonces la vista se extiende hacia el confín del tiempo
igual en sus fondos al mar Caribe
el agua verde ha tomado lo divino entre sus pliegues
todo termina con el latido el rumor
todo empezó así

HOUSTON

un millón de habitantes más en ocho años
lo que la hace cuarta con cuatro millones
sin embargo el campo aún está en todas partes
verdes robles matorrales de boj y azaleas
jardines con cardenales rojos y arrendajos azules
pero sin transeúntes sólo algunos sopladores
de polvo y hojas secas que mueven
en vano nubes a ras del suelo
entrada gratuita a la Capilla Rothko
tiendita de silencio y olvido
donde la vista se enciende fijando superficies
que reflejan lo que se mueve en el fondo del cuerpo
el negro es el único color de lo interno
y el único saber es hacer de él una puerta





EL RESTO DE UN POEMA

2
llamamos recuerdos a nuestras ruinas
arena de sílabas y nombres
donde el alfabeto desova una oscura necesidad

4
el cuerpo es un presente siempre incompleto
su propia unidad se pierde en el fondo
en la masa carnosa de su continuidad
todo lugar orgánico es un lugar de paso
flujo resaca latidos pulsiones movimientos
la vida no es nunca la misma en el mismo lugar
es una ráfaga atravesando la carne
los huesos escriben batidos por ese aliento
una frase en nosotros blanca e indescifrada

11
los muertos nos miran morir y sonríen
de nuestra torpeza al cambiar de piel
tienen la distancia y ya la costumbre

26
una quijada de burro el ruido de un golpe
el comienzo valía ya el fin
con toda esa sangre manando en la fuente
el tiempo pliega allí su primer sudario
el puñado de tierra cae sobre la boca


Bernard Noël, El resto del viaje, 1997

sábado, 10 de noviembre de 2012

habito una ciudad o un campo de batalla

me cago en el eixample: La inseguridad del territorio

 

 

 

Si sobrevolamos jardines antiguos, los de Chantilly por ejemplo, nos damos cuenta de que tienen, en su conjunto, la misma importancia geográfica que una pradera en un bosque inmenso. Las alamedas, las circunvalaciones, los sistemas de riego, todavía sugieren algún trazado abierto por una tribu, un espacio restringido que ha sido ordenado y significado por una geometría social. Pareciera que alrededor en cierta medida, el hombre aún le ha dejado a la “naturaleza” la latitud de significar y legislar en su lugar. Esta última latitud tiende a desparecer totalmente a partir de mediados del siglo XVII. En esa época, hombres –que no son militares, ni arquitectos, ni ingenieros- pretenden enseñar el arte de “trazar campos y fortalezas”. Enseñan precisamente lo que por entonces se llama la castrametración –el arte de engañar por medio de trazos geométricos. No se trata aquí de un arte específicamente militar sino, tal como lo hace notar el coronel Lazard, de una suerte de reino de la geometría descriptiva, proyectada sobre la naturaleza, sobre los sitios. 

Al mismo tiempo, son distribuidos y fabricados los primeros instrumentos de medida suficientemente precisos como para establecer la situación de los lugares, el cálculo de los tiempos y de las distancias, de las altitudes, etc. Este tipo de ejercicio conoce una extraordinaria boga mundana y, poco a poco, renace en la sociedad policíaca la idea antigua: la geometría es la base necesaria para una expansión calculada del poder del Estado en el espacio y el tiempo… Inversamente, el Estado posee entonces dentro de sí una figura suficiente, ideal en la medida en que sea idealmente geométrica.

Felicidad suficiente también, ya que, según sus numerosos adeptos, en la geometría “lo verdadero y lo bello están íntimamente ligados” y, para el hombre honesto, la geometría se ha vuelto un arte, con sus satisfacciones estéticas, “la seducción de sus maravillosos encadenamientos de razonamientos”. Pero Fénelon, al oponerse a la política de Estado de Luis XIV exclama: “¡Guárdense de la hechicerías y los atractivos diabólicos de la geometría!”


Paul Virilio, La inseguridad del territorio, págs 121-126

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domingo, 4 de noviembre de 2012

Antonio Gamoneda: “Soy un indignado que disiente”

 FOTO: SAMUEL SÁNCHEZ


Antonio Gamoneda: “Soy un indignado que disiente” | Cultura | EL PAÍS


Premiar a un escritor es a veces una manera de impedirle escribir. Sobre todo si el premio es tan grande como el Cervantes, que en 2006 lanzó a Antonio Gamoneda —leonés nacido en Oviedo en 1931— a una vorágine de reconocimientos que parecía no terminar nunca. Tuvo, eso sí, tiempo de darle hace tres años el último vistazo al primer tomo de sus memorias —Un armario lleno de sombra (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores)— y de publicar, con grabados del poeta y pintor Juan Carlos Mestre, Extravío en la luz(Editorial Casariego), un adelanto del libro que acaba de publicar, Canción errónea (Tusquets), su primer poemario en ocho años y el primero después del galardón que estuvo a punto de sacarlo de la circulación. “Estaba hartísimo de viajar, cansado”, cuenta el poeta con la maleta al lado. Esta vez está en Madrid para participar en un acto de la Biblioteca Nacional junto a Mario Vargas Llosa y asistir después al patronato del Instituto Cervantes. A la espera de cambiar de hotel, recuerda: “Empecé a darme cuenta de que no trabajaba. Tenía algún apunte poco menos que inservible. En esas estaba cuando me invitaron a Pekín y al Tíbet. Consulté la altitud: imposible. Fue la ocasión de cortar. Y mira, apareció este libro, tengo prácticamente terminado otro más breve también con dibujos de Juan Carlos Mestre —Las venas comunales, se llama— y 100 folios que me convencen muy poco de la segunda entrega de las memorias”.
PREGUNTA. ¿Por qué no le convencen?
RESPUESTA. La musa, esa indecente, viene para mí más bien en la reescritura. La segunda parte de las memorias es muy complicada porque recoge desde el día siguiente a mis 14 años, cuando empecé a trabajar como recadero en el Banco Mercantil, hasta el día anterior a mi casamiento. Del año 1945 en adelante. Eran los tiempos de las clandestinidades y no quiero mentir, pero sé que hay verdades que a algunas familias les harían mucho daño. Con ese libro tengo un problema de conciencia que no sé cómo ventilar. Tiene que decírmelo la propia escritura: “Por aquí” o “déjalo”.
P. Canción errónea también tiene algo de recapitulación. ¿Es la transposición poética de su memoria?
R. Eso de que hay algo de recapitulación lo sabes tú, yo no lo sé. No hay proyecto por mi parte al escribir un libro de poesía. Y si hay proyecto, mala señal.
P. Pero hay poemas que retoman episodios clave de Un armario lleno de sombra.
R. Los habrá, sí.
P. Por ejemplo, el momento en que su madre ayuda a morir a su padre inyectándole morfina. ¿Qué pensó cuando su madre se lo contó de niño?
R. Que lo hizo por respeto y por amor. Mi madre, que murió a los 93 años y había perdido la razón, seguía enamorada de aquel hombre. Cuando mi padre se tomó el capricho de morir el mismo día en que cumplía 45 años porque sabía que lo que tenía era terminal, las razones de mi madre para obedecerle fueron respeto y amor.
P. Otro de los poemas habla del primer muerto que vio: “La última mañana de mi vida”, dice.

R. Mi infancia transcurrió en los años de la inmediata posguerra. León, que había sido dominada por los militares rebeldes engañando a los mineros asturianos, se convirtió en un inmenso penal. El Hostal de San Marcos, Santa Ana, Puerta Castillo… todo eran cárceles. La ciudad era un lugar de represión y eso llegó a entenderse con una normalidad terrible.
P. ¿Puede alguien acostumbrarse a la muerte?
R. Yo, con 81 años, no soy el mismo de hace 50. Ni siquiera biológicamente: sabemos que nuestras células cambian. Hay una posibilidad de que a mi memoria la acompañe una contemplación de los hechos que no se correspondería con la experiencia tal como la viví. Para mí, el tiempo tiene ya dos perspectivas: una como tiempo ya pasado y otra a la que me voy acostumbrando y ante la que me revelo cada vez menos: la natural interrupción del extraño accidente que es vivir.
P. ¿Morir no le da miedo?
R. Siempre me dio mucho. Ahora menos: la muerte ya es de la familia.
P. Desde el título, este libro habla de la vida como error. ¿La suya es la canción de un pesimista? Es raro imaginar a un pesimista cantando.
R. En todos mis títulos hay dos términos en cierto modo contradictorios:Sublevación inmóvil, Arden las pérdidas, Canción errónea... No le vi problema a titularlo canción porque lo necesitaba, pero como intuición, como saber confuso. Intuyo la explicación, pero no me la sé del todo. Eso sí, tenía cierto reparo porque podría parecer que remite a la copla o algo así, no sé. Y me encontré con que una de las mejores partes de la obra de Saint-John Perse, un grupo de poemas en prosa, se titulaCanción. Pues bueno, me dije: si él se atreve podré atreverme yo también sin resbalar demasiado. Y me fui encariñando con el título.
P. Aunque la vida sea un error, como dice, ¿merece la pena?

P. “La rosa es bella y para qué”, dice otro poema.
R. Sí. Porque, oye, dentro de ese error encontramos cosas como la amistad, el placer estético, la vida amorosa… La vida es efímera, tiene unos contenidos absurdos —ir de no ser a no ser, de la inexistencia a la inexistencia—, no es un estado natural, es un accidente... pero merece la pena. La minifilosofía que pueda haber —y lo digo lleno de inseguridades— anda por ahí.
R. Eso no lo digo yo. Está entrecomillado en un poema al que remite la nota final del libro. Es de un magnífico poeta leonés que tiene un defecto: que escribe un libro cada dos meses. Si sacase la raíz cúbica de lo que ha escrito sería un poeta impresionante. Ha publicado 20 libros y tiene 60 debajo de la cama.
P. Gaspar Moisés Gómez, dice la nota.
R. Exacto.
P. Tal vez alguien haga una buena antología. La cita, de todos modos, recoge una pregunta que le habrán hecho mil veces: ¿para qué sirve la poesía?
R. Desde luego, la poesía no es el arma cargada de futuro que decía el bueno de Gabriel Celaya. Sartre lo entendía mucho mejor cuando decía que la poesía es subjetiva y no tiene nada que ver, directamente al menos, y eso lo añado yo, con las circunstancias objetivas. No obstante, la consideración de la vida como un accidente no aniquila que tenga contenidos de verdad: el amor, la belleza… algo es algo.
P. En este libro hay un momento de crítica muy dura a lo que usted llama las “finanzas financieras”. Ante eso, ¿qué puede hacer la poesía?

P. ¿Qué puede hacer?
R. La poesía nada, pero el poeta es un ciudadano de paso. Ahí es donde puede hacer algo.
R. Yo soy un indignado, pero un indignado que piensa que los indignados no son realmente, digamos, performativos. Las manifestaciones no sirven para nada. Tengo mi teoría al respecto, discutible, pero la tengo.
P. ¿Cuál es?
R. Hay que empezar a actuar desde la pobreza. El Estado del bienestar son tres palabras. No existe. Hace poco decía la Cruz Roja que ellos ya asisten a 2.300 personas por cuestiones de dependencia o de alimentación. Yo soy un indignado más, pero disiento de la forma de reivindicar. Partiendo de pequeños núcleos, de barrios y pueblos, hay que crear una economía y un mercado alternativos en el que no sean las multinacionales ni las plusvalías las que determinen cómo va a funcionar la vida de la gente. ¿Conoces el caso de Marinaleda? Es un caso incompleto, pero muy interesante, de un régimen cooperativo de mercado y de economía. Con una mínima circulación de dinero, con la desaparición de los actos consumistas —el primero, el del automóvil—, rehuyendo de las grandes superficies, promoviendo el intercambio y las cooperativas en núcleos pequeños… Yo no lo voy a ver, pero creo que es la única alternativa.
P. ¿Participaría usted en algo así?
R. Por descontado. He tratado de ayudar a un grupo de Gijón en ese sentido. Desmantelado el Estado del bienestar, hay que superarlo organizando la pobreza. El sistema está podrido y se acerca a su final.
P. ¿Usted cree? A veces parece imparable.
R. ¿Por qué se van últimamente tantos altos cargos de las grandes empresas? Porque saben lo que viene y quieren aprovechar antes de la gran quiebra. Los grandes ejecutivos quieren llenarse los bolsillos y salir pitando. Puede que cobrar mil veces el salario mínimo sea legal, pero no es moral. Ya sabemos que la ley está hecha a la medida de quien tiene la fuerza. Pensemos en ese acto de crueldad que es la imposibilidad de la dación en pago para cancelar una hipoteca. Es una esclavitud. El poder económico tiene unos lazos legales que terminan en una monstruosidad. Hay que dudar no solo del ámbito económico sino también de su prolongación legal. La democracia así entendida no es más que una máscara del neocapitalismo, sonriente pero máscara.
P. Pero no deja de ser el sistema menos malo ¿no?
R. Sí, pero puede encubrir grandes fraudes.
P. ¿Era más fácil luchar contra una dictadura?
R. El problema es que se ha producido una lenta desaparición de las ideologías. Es posible que sean repensables, pero una cosa es repensarlas y otra es que se volatilicen. Lo que no se volatizan son los intereses, porque llevan ventaja. Aunque tengan un componente anacrónico, la desaparición de las ideologías ha supuesto también la desaparición de un muro ético contra la desvergüenza. Ahora las ideas deben ser no solo pensamiento sino pensamiento que se mueve.
P. ¿Por eso dice en un poema que hay que ser feliz sin esperanza?
R. Te corrijo. Se trata de hacer nuestra una fraternidad sin esperanza. La fraternidad no es solo un valor sentimental, debe entrar en el terreno de los hechos. Las esperanzas son difíciles, pero hay que actuar como si no lo fueran. Si no, los intereses seguirán legislando. A veces se equivocan, como en el ladrillo, y ellos mismos dicen: “Nos hemos pasado”.
P. Otro verso suyo: “Hay que hacer algo”.
R. Ya digo, una revolución en el consumo. Empezando por el consumo de petróleo. Si tú manejases la bicicleta, si la gente se concertase para ir al trabajo en un solo coche, si se presionase para que el transporte público funcionara como debe, si se prescindiese de ese signo de vanidad y pobreza mental que es decir: “mi coche es mejor que el tuyo”, el 25% de la revolución estaría hecha.
P. ¿Usted no tiene coche?
R. No.
P. ¿Nunca ha tenido?
R. Nunca. Antes andaba muchísimo, pero me atropelló un coche y…
P. Un coche tenía que ser…
R. Es cierto. Ahora todo son achaques.
P. En sus memorias contaba que escribir poemas le sube la presión sanguínea. ¿Qué dice su médico? ¿Le ha quitado la sal y la poesía?
R. La sal no, aunque la tomo con poco sodio. La poesía los médicos saben que no me la pueden quitar. Mi neuropsiquiatra, que es un antiguo compañero de colegio, es un hombre de lecturas, y por los libros sabe algo que todos los poetas saben por experiencia: que en el acto de la escritura poética hay algo que no es una liberación total, pero que se le parece. Sacas de ti la angustia y la pones en el papel. O sea, lo uno por lo otro: vaya la subida de la tensión por esa liberación que da la escritura.

O prezo da dote/The price of the dowry (2003) 20min. | ChusDomínguez

O prezo da dote/The price of the dowry (2003) 20min. | ChusDomínguez