lunes, 25 de noviembre de 2019

Hoxe é domingo, e todo espera, de karlotti

Hoxe é domingo, e todo espera
Ronronea a preguiza
sobre os copos das árbores
escabullense gatos en ascuas
entreverado o frío fuciño
dun outono á intemperie
mentres o vento zurce barcos
nos acantilados que cantan
doces cantigas de outrora
Ronronean as fiestras
no colo das nubes
mentres a terca servidume
dunha choiva inconsolable
teclea versos nas follas mortas.
Charquiños de tinta entre os teus dedos
gatoJo
Gato de Jo esperando el regreso
Ronronea la pereza
sobre los copos de los árboles
se deslizan gatos en ascuas
entreverado el frío hocico
de un otoño a la intemperie
mientras el viento zurce barcos
en los acantilados que cantan
dulces cantigas de antaño
Ronronean las ventanas
en el regazo de las nubes
mientras la terca servidumbre
de una lluvia inconsolable
teclea versos en las hojas muertas.
Charquitos de tinta entre tus dedos
(karlotti)

Le Chat, de Charles Baudelaire


O GATO

Ven, gato formidabel, ao meu agarimoso corazón;
Retén as garras das túas patas,
Déixame ollár os teus fermosos ollos
Misturados de metal e ágata.
Cando os meus dedos acaríñanche con gran sosego,
A túa cabeza e as túas costas elásticas,
E cando a miña man formiguea co pracer
De sentir o teu corpo eléctrico,
En espírito vexo á miña muller. A súa mirada
Como a túa, besta amable,
Profunda e fría, peta e fere como un dardo,
E, dende a cabeza ata os pés,
Un aire sutil, un perfume perigoso
Flota sobre o seu corpo escuro.

Charles Baudelaire​

 (Aguazero, Na Pel do Lobo, traducción ao galego)


Le Chat

Viens, mon beau chat, sur mon coeur amoureux;
Retiens les griffes de ta patte,
Et laisse-moi plonger dans tes beaux yeux,
Mêlés de métal et d'agate.
Lorsque mes doigts caressent à loisir
Ta tête et ton dos élastique,
Et que ma main s'enivre du plaisir
De palper ton corps électrique,
Je vois ma femme en esprit.
Comme le tien, aimable bête
Profond et froid, coupe et fend comme un dard,
Et, des pieds jusques à la tête,
Un air subtil, un dangereux parfum
Nagent autour de son corps brun.

- Charles Baudelaire


El gato
Ven, gato excelente, a mi corazón amoroso;
Retén las garras de tus patas,
déjame mirar tus hermosos ojos
de metal y ágata.
Cuando mis dedos te acarician tranquilamente,
tu cabeza y tu espalda elástica,
y cuando mi mano hormiguea con el placer
de sentir tu cuerpo eléctrico,
En espíritu veo a mi mujer. Su mirada
como la tuya, bestia amable,
profunda y fría, corta y corta como un dardo,
Y, desde la cabeza hasta los pies,
un aire sutil, un perfume peligroso
flota sobre su cuerpo oscuro.
- William Aggeler, Las flores del mal (Fresno, CA: Academy Library Guild, 1954)

El gato

Ven, mi buen gato, contra mi corazón amoroso;
Enfunda tus afiladas garras y asiéntate.
Y deja que mis ojos penetren en tus pupilas.
Donde la ágata chispea con metal.
Ahora, mientras las yemas de mis dedos acarician tranquilamente
Tu cabeza y curvas nerviosas,
Y que mi mano está eufórica con el placer
de tus nervios eléctricos,
Pienso en mi mujer: cómo sus miradas,
como la tuya, querida bestia, profunda
y fría, pueden cortar y herir a una como con lanzas;
Entonces, también, ella tiene ese
aire vago y sutil de peligro que hace que
su cuerpo sea fragante , ágil y marrón.
- Roy Campbell, Poemas de Baudelaire (Nueva York: Pantheon Books, 1952)

El gato
Mi hermoso gato, ven a mi corazón lleno de amor;
Retén las garras de tu pata,
y déjame sumergirme en tus adorables ojos
Mezclados con metal y ágata.
Cuando mis dedos acarician perezosamente
tu cabeza y tu espalda elástica,
y mi mano se emborracha con el placer
de sentir tu cuerpo eléctrico,
Veo en espíritu a mi dama personal. Su mirada,
como la tuya, querida criatura,
profunda y fría, se abre y se divide como un dardo,
Y de sus pies a su cabeza,
una atmósfera sutil, un perfume peligroso,
nada alrededor de su cuerpo marrón.
- Geoffrey Wagner, Poemas seleccionados de Charles Baudelaire (NY: Grove Press, 1974)
Navegación
Se publicaron dos ediciones de Fleurs du mal en la vida de Baudelaire: una en 1857 y una edición ampliada en 1861. Se recogieron " fragmentos " y poemas censurados en Les Épaves en 1866. Después de la muerte de Baudelaire al año siguiente, apareció una edición "definitiva" en 1868.

1857 Fleurs du mal
Primera edición con 100 poemas.
1861 Fleurs du mal
Segunda edición que falta poemas censurados pero que incluye nuevos
1866 Les Épaves
Veintitrés "retazos", incluidos los poemas censurados de la primera edición
1868 Fleurs du mal
Edición completa publicada después de la muerte de Baudelaire
Todos los poemas (alfabéticos)
Cada poema de cada edición.
Audio
Lecturas de Baudelaire principalmente en francés
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sábado, 23 de noviembre de 2019

Katz Editores: Kwame Anthony Appiah

Katz Editores: Kwame Anthony Appiah



Kwame Anthony Appiah Londres, Reino Unido, 1954
Nacido en Londres, donde su padre, originario de Ghana, estudiaba leyes, K. A. Appiah pasó su infancia en Kumasi, Ghana, y recibió su educación como interno en Bryanston School y, luego, en Clare College, en Cambridge, donde obtuvo el doctorado en filosofía. Ha enseñado filosofía y estudios africanos y afroamericanos en las universidades de Ghana, Cambridge, Duke, Cornell, Yale, Harvard y Princeton, y ha dictado conferencias en numerosas instituciones de los Estados Unidos, Alemania, Ghana y Sudáfrica, así como en la École des Hautes Études en Sciences Sociales en París. Es, desde 2002, miembro del cuerpo docente de la Universidad de Princeton, donde integra el Departamento de Filosofía y el Centro Universitario para los Valores Humanos. Anthony Appiah publicó numerosos estudios culturales y literarios sobre temas africanos y afroamericanos. En 1992, Oxford University Press editó In my father’s house, obra que se ha convertido en un clásico de los estudios culturales y por la que ha recibido el Premio Herskovitz al mejor estudio afroamericano publicado en inglés. Sus investigaciones versan sobre la historia africana y afroamericana, estudios literarios, ética, y filosofía de la mente y del lenguaje. Ha dictado regularmente cursos sobre las religiones tradicionales africanas. Sus principales intereses son, en la actualidad, de doble naturaleza: por una parte, los fundamentos filosóficos del liberalismo y, por otra, las cuestiones de método vinculadas con el conocimiento de los valores.

obras del autor en katz editores

Cosmopolitismo
La ética en un mundo de extraños
Mi cosmopolitismo
+ "Las culturas sólo importan si les importan a las personas" (entrevista de D. Gamper Sachse)

en otras casas editoriales

Thinking it through: An introduction to contemporary philosophy, Nueva York, 2003
Color conscious. The political morality of race (en colaboración con Amy Gutman), Princeton, 1998
In my father's house: Africa in the philosophy of culture, Nueva York, 1993

viernes, 22 de noviembre de 2019

«El barco ebrio» «Le Bateau Ivre» «The Drunken Boat» | ultramarina

el barco de piño
Pintura de Pinho Valeiras





«El barco ebrio» «Le Bateau Ivre» «The Drunken Boat» | ultramarina



«Nuestra barca, alzada en las brumas inmóviles, se orienta hacia el puerto de la miseria, la enorme ciudad del cielo manchado por fuego y lodo. ¡Ah, los andrajos podridos, el pan mojado en lluvia, la ebriedad, los mil amores que me crucificaron!…»
AR

«El barco ebrio»

Yo sentí al descender los impasibles Ríos
que ya no me sirgaban mis conductores rudos;
de blanco a pieles-rojas chillones y bravíos
sirvieron en los postes, clavados y desnudos.

Por las tripulaciones nunca tuve interés
y cuando terminó la cruel algarabía,
a mí, barco de trigo y de algodón inglés,
me dejaron los Ríos ir adonde quería.

Bogué en un cabrilleante furor de marejadas
más sordo e insensible que meollo de infantes
y las viejas Penínsulas por el mar desgajadas
no han sufrido vaivenes más recios y triunfantes.

La tempestad bendijo mi despertar marino.
Diez noches he bailado más leve que un tapón
sobre olas que a las víctimas abrían el camino,
sin lamentar la necia mirada de un farón.

Cual para el niño poma modorra, regodeo
fue para el agua verde este casco de pino;
dispersando el timón y perdiendo el arpeo
me lavó de inmundicias y de manchas de vino.

Desde entonces me baña el poema del mar
lactascente, infundido de astros; muchas veces,
devorando lo azul, en él se va pasar
un pensativo ahogado de turbias palideces.

Algo tiñe la azul inmensidad y delira
en ritmos lentos, bajo el diurno resplandor.
Más fuerte que el alcohol, más vasta que una lira
fermenta la amargura de las pecas de amor.

He visto las resacas, la tormenta sonora,
las corrientes, las mangas -y de todo sé el nombre-;
cual vuelo de palomas a la exaltada aurora,
y alguna vez he visto lo que cree ver el hombre.

Yo he visto al sol manchado de místicos horrores,
alumbrando cuajados violáceos sedimentos.
Cual en dramas remotos los reflujos actores
lanzaban en un vuelo sus estremecimientos.

Soñé en la noche verde de espuma y nieve ahita
-en los ojos del mar, lentos besos de amor-
y en la circulación de la savia inaudita
que arrastra áureo y azul, al fósforo cantor.

Asaltando arrecifes, un mes tras otro mes,
seguí a la marejada histérica y vesánica,
sin creer que las Marías con sus fúlgidos pies
cortaran el resuello a la jeta oceánica.

¡No sabéis… ! Dí con muchas increíbles Floridas,
con ojos de panteras y con pieles humanas
mezclábanse arcos-iris, tendidos como bridas,
al rebaño marino de las verdosas lanas.

He visto fermentar las enormes lagunas
en cuyas espadañas se pudre un Leviathán
y he visto, con bonanza, desplomándose algunas
cataratas remotas que a los abismos van…

Vi el sol de plata, el nácar del mar, el cielo ardiente,
horrores encallados en las pardas bahías
y mucha retorcida y gigante serpiente
cayendo de los árboles, con fragancias sombrías.

Quisiera yo enseñar a un niño esas doradas
de la onda azul. pescados cantores, rutilantes…
Me bandijo la espuma al salir de las radas
y el inefable viento me elevó por instantes…

Fui mártir de los polos y las zonas hastiado,
el sollozo del mar dulcificó mi arfada;
con flores amarillas ventosas fui obsequiado,
y me quedé como una mujer arrodillada.

Igual que una península llevaba las disputas
y el fimo de chillonas aves de ojos melados,
y mientras yo bogaba, de entre jarcias enjutas
bajaban a dormir, de espaldas, los ahogados.

Y yo, barco perdido entre la cabellera
de ensenadas, al éter echado por la racha,
no merecí el remolque de anseáticas veleras
ni de los monitores, nave de agua borracha.

Humeante, libre, ornado de neblinas violetas
segué el cielo rojizo con brío de segur
llevando -almíbar grato a los buenos poetas-
mis líquenes de sol y mis mocos de azur.

Las lúnulas eléctricas me fueron recubriendo,
almadía, escoltada por negros hipocampos.
Las ardientes canículas golpearon abatiendo
en trombas, a los cielos de ultramarinos lampos.

Yo que temblé al oír a través latitudes
el rugir de los Behemots y los Maelstroms en celo,
eterno navegante de azuladas quietudes,
por los muelles de Europa ahora estoy sin consuelo.

Yo vi los archipiélagos siderales que el hondo
y delirante cielo abren al bogador.
¿Te recoges tú y duermes en las noches sin fondo,
millón de aves de oro, venidero Vigor?

El acre amor me ha henchido de embriagador letargo.
Lloré mucho. Las albas son siempre lacerantes.
Toda luna es atroz y todo sol amargo.
¡Que se rompa mi quilla y vaya al mar cuanto antes!

Si yo ansío algún agua de Europa es la del charco
negro y frío en el cual, al caer la tarde rosa,
en cuclillas y triste, un niño suelta un barco
endeble y delicado como una mariposa.

Ya nunca más podré, olas acariciantes,
aventajar a otros transportes de algodón,
ni cruzando el orgullo de banderas flameantes
nadar junto a los ojos horribles de un pontón.

Arthur Rimbaud

Poema original en francés:

«Le bateau ivre»

Comme je descendais des Fleuves impassibles,
Je ne me sentis plus guidé par les haleurs :
Des Peaux-Rouges criards les avaient pris pour cibles,
Les ayant cloués nus aux poteaux de couleurs.

J’étais insoucieux de tous les équipages,
Porteur de blés flamands ou de cotons anglais.
Quand avec mes haleurs ont fini ces tapages,
Les Fleuves m’ont laissé descendre où je voulais.

Dans les clapotements furieux des marées,
Moi, l’autre hiver, plus sourd que les cerveaux d’enfants,
Je courus ! Et les Péninsules démarrées
N’ont pas subi tohu-bohus plus triomphants.

La tempête a béni mes éveils maritimes.
Plus léger qu’un bouchon j’ai dansé sur les flots
Qu’on appelle rouleurs éternels de victimes,
Dix nuits, sans regretter l’oeil niais des falots !

Plus douce qu’aux enfants la chair des pommes sûres,
L’eau verte pénétra ma coque de sapin
Et des taches de vins bleus et des vomissures
Me lava, dispersant gouvernail et grappin.

Et dès lors, je me suis baigné dans le Poème
De la Mer, infusé d’astres, et lactescent,
Dévorant les azurs verts ; où, flottaison blême
Et ravie, un noyé pensif parfois descend ;

Où, teignant tout à coup les bleuités, délires
Et rhythmes lents sous les rutilements du jour,
Plus fortes que l’alcool, plus vastes que nos lyres,
Fermentent les rousseurs amères de l’amour !

Je sais les cieux crevant en éclairs, et les trombes
Et les ressacs et les courants : je sais le soir,
L’Aube exaltée ainsi qu’un peuple de colombes,
Et j’ai vu quelquefois ce que l’homme a cru voir !

J’ai vu le soleil bas, taché d’horreurs mystiques,
Illuminant de longs figements violets,
Pareils à des acteurs de drames très antiques
Les flots roulant au loin leurs frissons de volets !

J’ai rêvé la nuit verte aux neiges éblouies,
Baiser montant aux yeux des mers avec lenteurs,
La circulation des sèves inouïes,
Et l’éveil jaune et bleu des phosphores chanteurs !

J’ai suivi, des mois pleins, pareille aux vacheries
Hystériques, la houle à l’assaut des récifs,
Sans songer que les pieds lumineux des Maries
Pussent forcer le mufle aux Océans poussifs !

J’ai heurté, savez-vous, d’incroyables Florides
Mêlant aux fleurs des yeux de panthères à peaux
D’hommes ! Des arcs-en-ciel tendus comme des brides
Sous l’horizon des mers, à de glauques troupeaux !

J’ai vu fermenter les marais énormes, nasses
Où pourrit dans les joncs tout un Léviathan !
Des écroulements d’eaux au milieu des bonaces,
Et les lointains vers les gouffres cataractant !

Glaciers, soleils d’argent, flots nacreux, cieux de braises !
Échouages hideux au fond des golfes bruns
Où les serpents géants dévorés des punaises
Choient, des arbres tordus, avec de noirs parfums !

J’aurais voulu montrer aux enfants ces dorades
Du flot bleu, ces poissons d’or, ces poissons chantants.
– Des écumes de fleurs ont bercé mes dérades
Et d’ineffables vents m’ont ailé par instants.

Parfois, martyr lassé des pôles et des zones,
La mer dont le sanglot faisait mon roulis doux
Montait vers moi ses fleurs d’ombre aux ventouses jaunes
Et je restais, ainsi qu’une femme à genoux…

Presque île, ballottant sur mes bords les querelles
Et les fientes d’oiseaux clabaudeurs aux yeux blonds.
Et je voguais, lorsqu’à travers mes liens frêles
Des noyés descendaient dormir, à reculons !

Or moi, bateau perdu sous les cheveux des anses,
Jeté par l’ouragan dans l’éther sans oiseau,
Moi dont les Monitors et les voiliers des Hanses
N’auraient pas repêché la carcasse ivre d’eau ;

Libre, fumant, monté de brumes violettes,
Moi qui trouais le ciel rougeoyant comme un mur
Qui porte, confiture exquise aux bons poètes,
Des lichens de soleil et des morves d’azur ;

Qui courais, taché de lunules électriques,
Planche folle, escorté des hippocampes noirs,
Quand les juillets faisaient crouler à coups de triques
Les cieux ultramarins aux ardents entonnoirs ;

Moi qui tremblais, sentant geindre à cinquante lieues
Le rut des Béhémots et les Maelstroms épais,
Fileur éternel des immobilités bleues,
Je regrette l’Europe aux anciens parapets !

J’ai vu des archipels sidéraux ! et des îles
Dont les cieux délirants sont ouverts au vogueur :
– Est-ce en ces nuits sans fonds que tu dors et t’exiles,
Million d’oiseaux d’or, ô future Vigueur ?

Mais, vrai, j’ai trop pleuré ! Les Aubes sont navrantes.
Toute lune est atroce et tout soleil amer :
L’âcre amour m’a gonflé de torpeurs enivrantes.
Ô que ma quille éclate ! Ô que j’aille à la mer !

Si je désire une eau d’Europe, c’est la flache
Noire et froide où vers le crépuscule embaumé
Un enfant accroupi plein de tristesse, lâche
Un bateau frêle comme un papillon de mai.

Je ne puis plus, baigné de vos langueurs, ô lames,
Enlever leur sillage aux porteurs de cotons,
Ni traverser l’orgueil des drapeaux et des flammes,
Ni nager sous les yeux horribles des pontons.

Arthur Rimbaud

Poema traducido al inglés:

«The Drunken Boat»

As I was floating down unconcerned Rivers
I no longer felt myself steered by the haulers:
Gaudy Redskins had taken them for targets
Nailing them naked to coloured stakes.

I cared nothing for all my crews,
Carrying Flemish wheat or English cottons.
When, along with my haulers those uproars were done with
The Rivers let me sail downstream where I pleased.

Into the ferocious tide-rips
Last winter, more absorbed than the minds of children,
I ran! And the unmoored Peninsulas
Never endured more triumphant clamourings

The storm made bliss of my sea-borne awakenings.
Lighter than a cork, I danced on the waves
Which men call eternal rollers of victims,
For ten nights, without once missing the foolish eye of the harbor lights!

Sweeter than the flesh of sour apples to children,
The green water penetrated my pinewood hull
And washed me clean of the bluish wine-stains and the splashes of vomit,
Carrying away both rudder and anchor.

And from that time on I bathed in the Poem
Of the Sea, star-infused and churned into milk,
Devouring the green azures; where, entranced in pallid flotsam,
A dreaming drowned man sometimes goes down;

Where, suddenly dyeing the bluenesses, deliriums
And slow rhythms under the gleams of the daylight,
Stronger than alcohol, vaster than music
Ferment the bitter rednesses of love!

I have come to know the skies splitting with lightnings, and the waterspouts
And the breakers and currents; I know the evening,
And Dawn rising up like a flock of doves,
And sometimes I have seen what men have imagined they saw!

I have seen the low-hanging sun speckled with mystic horrors.
Lighting up long violet coagulations,
Like the performers in very-antique dramas
Waves rolling back into the distances their shiverings of venetian blinds!

I have dreamed of the green night of the dazzled snows
The kiss rising slowly to the eyes of the seas,
The circulation of undreamed-of saps,
And the yellow-blue awakenings of singing phosphorus!

I have followed, for whole months on end, the swells
Battering the reefs like hysterical herds of cows,
Never dreaming that the luminous feet of the Marys
Could force back the muzzles of snorting Oceans!

I have struck, do you realize, incredible Floridas
Where mingle with flowers the eyes of panthers
In human skins! Rainbows stretched like bridles
Under the seas’ horizon, to glaucous herds!

I have seen the enormous swamps seething, traps
Where a whole leviathan rots in the reeds!
Downfalls of waters in the midst of the calm
And distances cataracting down into abysses!

Glaciers, suns of silver, waves of pearl, skies of red-hot coals!
Hideous wrecks at the bottom of brown gulfs
Where the giant snakes devoured by vermin
Fall from the twisted trees with black odours!

I should have liked to show to children those dolphins
Of the blue wave, those golden, those singing fishes.
– Foam of flowers rocked my driftings
And at times ineffable winds would lend me wings.

Sometimes, a martyr weary of poles and zones,
The sea whose sobs sweetened my rollings
Lifted its shadow-flowers with their yellow sucking disks toward me
And I hung there like a kneeling woman…

Almost an island, tossing on my beaches the brawls
And droppings of pale-eyed, clamouring birds,
And I was scudding along when across my frayed cordage
Drowned men sank backwards into sleep!

But now I, a boat lost under the hair of coves,
Hurled by the hurricane into the birdless ether,
I, whose wreck, dead-drunk and sodden with water,
neither Monitor nor Hanse ships would have fished up;

Free, smoking, risen from violet fogs,
I who bored through the wall of the reddening sky
Which bears a sweetmeat good poets find delicious,
Lichens of sunlight with azure snot,

Who ran, speckled with lunula of electricity,
A crazy plank, with black sea-horses for escort,
When Julys were crushing with cudgel blows
Skies of ultramarine into burning funnels;

I who trembled, to feel at fifty leagues’ distance
The groans of Behemoth’s rutting, and of the dense Maelstroms
Eternal spinner of blue immobilities
I long for Europe with it’s aged old parapets!

I have seen archipelagos of stars! and islands
Whose delirious skies are open to sailor:
– Do you sleep, are you exiled in those bottomless nights,
Million golden birds, O Life Force of the future? –

But, truly, I have wept too much! The Dawns are heartbreaking.
Every moon is atrocious and every sun bitter:
Sharp love has swollen me up with heady langours.
O let my keel split! O let me sink to the bottom!

If there is one water in Europe I want, it is the
Black cold pool where into the scented twilight
A child squatting full of sadness, launches
A boat as fragile as a butterfly in May.

I can no more, bathed in your langours, O waves,
Sail in the wake of the carriers of cottons,
Nor undergo the pride of the flags and pennants,
Nor pull past the horrible eyes of the hulks.

Arthur Rimbaud

martes, 5 de noviembre de 2019

LOS AMIGOS DEL ALMA: CUANTA RISA COMÍ CONTIGO y tú guisando un hueso

LOS AMIGOS DEL ALMA: CUANTA RISA COMÍ CONTIGO y tú guisando un hueso: los amigos son Beatrices que nos conducen a traves de los desconocidos dias y sus respectivos universos CUANTA RISA COMÍ CONTIGO...





CUANTA RISA COMÍ CONTIGO y tú guisando un hueso


Si me ves
Una sonrisa
Y una cesta de pan
En las manos,
No es un misterio:
Sabes
Que estoy contemplando
El pasado.
El pasado
Es hoy
          (Alberto Pimenta)


Lo que la amistad genera es el estar vivos hasta que el último se vaya.
De momento no ha sucedido, aunque ya formáis una poblada y apacible aldea
los que habéis partido Nos criamos a la intemperie, y habitamos muy pronto el mundo
que nos correspondía que no era precisamente nuestro mundo, este,
iríamos levantándolo en nuestros corazones. De ahí nuestra perpetua
desobediencia ante todo aquello que según descubríamos se nos revelaba falaz,
cruel, injusto, lleno de miedos y represión, de verdades a medias,
de silencios nefastos, el suelo que pisábamos estaba manchado de sangre,
de una sangre que hasta el día de hoy aún no muestra todos sus nombres.
Apareciste ahí, entre los sueños y la generosidad, y supe que había
encontrado un compañero para las incursiones furtivas en los territorios
solapados por un poder al que jamas le otorgamos la menor autoridad.
"Nosotros estábamos tejidos con la tela con la que están hechos lo sueños".
Vivíamos como creíamos que debíamos vivir, y así hasta hoy. Y en la Vía Pública.
Conocernos formaba parte, sin duda, de ese azar que a veces no es manipulado
por los dioses, y que conlleva la voluntad de ser uno mismo, alguien
que no dejas de inventarte hasta la muerte, incluso la muerte pasa a ser pronto
parte de ese "proyecto".
Ni yo ni la gente que ha bebido conmigo nos hemos sentido avergonzados
en ningún momento por nuestros excesos. Fuimos excesivos y desobedientes,
pero sobre todo supimos muy temprano que no era posible vivir sin amar.

Pasa, a veces, una muchacha
con una sonrisa entre los párpados
Y acontece un temblor de raíces
y se le seca el paladar al dia
mientras cruzan furtivos
los pesares, los entierros, los sermones
la santa madre iglesia
no la que reza en las caracolas
ni en las esquinas donde
en carne viva los misterios
se pasan de boca en boca
como tizones encendidos
de un mañana que repartimos
como pan amasado por mas mar
que el que administra la luna.
Pasa, a veces, una muchacha
y tamborilea la luz que nos inventa
funambulistas atravesando el universo


Descubrir el amor
es levantarle la tapa de los sesos
a la muerte
armar la cartografía del corazón
abrir las manos a las derrotas
las adorables derrotas
que nos empujan siempre de regreso
siempre hacia las islas de tesoro
que solo los náufragos alcanzan.
Y en la solapa del alma
la inmarchitable rosa de los vientos.


Os acordáis de cuando 
izábamos silencios en las avenidas
desplegamos la estupefacta belleza
de perdernos
corriamos de pronto, súbitamente
como demenciales criaturas del futuro
y abríamos a la canal 
la ruin necedad de los Gobiernos
Os acordáis cuando jugábamos
a meter miedo, a espantar 
a los sumos sacerdotes, nosotros
que éramos objetivos capitales del terror 
Sabíamos del tacto de los sueños
y así trazabamos incursiones
e ignoramos los decretos de los esbirros
de los mercachifles que abaratan 
las lenguas y los árboles
donde se cita la alegría de estar vivos
con el origen de las especies.


Los Museos fueron desde un principio
objeto de rituales de apareamiento
es un secreto a voces
que todos hemos hecho el amor
en el tiempo muerto de Magritte
y con William Blake, descubrimos
la divinidad del mundo sin un solo dios verdadero.


Y no dejamos de bailar sobre las tumbas
de sus miedos, de sus empresas 
de productos cosméticos que tanta muerte 
cosechan haciendo de los veranos
estancias para momias esmaltadas
que estampan a los pájaros en sus vuelos
e intoxican a los niños que no duermen.


Y bailamos malditos, y bailamos 
hasta hacer música con los escaparates
y las piedras y sus congéneres, las ramas.


Y hasta hoy andarnos por las ramas
sobre la espuma de los días
es algo que nos encanta hacer

en las trastiendas de las barricadas.