Me entero de la muerte de Tomas Segovia, amigo ancho y breve, conocido por la mano de Horacio, compartida amistad con Guillermo y con su mujer Luisa. Ferrol fue el paisaje de un encuentro inolvidable por la humilde y rotunda luz de estos acantilados insomnes que en este momento alivian la pena con su laboriosa indiferencia. Todos los naufragos y todos los nómadas tienen su canción y su isla del tesoro.
Un saludo con el luto de nuestra bandera de humo.
Un abrazo de tierra como un bocado en este cielo tan siguiendo tus pasos, plagiando todo el otoño que cabe en una hoja tuya ardiendo en mis ojos.
Inolvidable traductor de todas las cosas y de sus adorables silencios.